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Introducción

Actualizado: 15 oct


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No decimos que los autores de estas páginas seamos omniscientes.

Decimos que todos deberíamos examinar cada aspecto de nuestra existencia aquí en la tierra, reconocer los males fundamentales y todos y cada uno de "nosotros" deberíamos tener la obligación de erradicar o al menos reducir masivamente estos últimos con un espíritu ético comunitario. La tolerancia, la voluntad de educar y los valores morales básicos son atributos esenciales. Y de vez en cuando, la voluntad de llegar donde "duele", en sentido figurado y a veces literalmente...


Queremos ser influencers, pero en un sentido ligeramente distinto: queremos influir en el mayor número posible de personas para que reflexionen sobre sus propias acciones, sobre cómo ellos mismos pueden hacer del mundo un "lugar mejor", sobre hasta qué punto, de qué manera y en qué dirección debe moverse la sociedad "en general" según sus posibilidades. Este intento escrito de ejercer influencia debería servir de alimento para la reflexión y de llamada a la acción sin caer en extremismos de ningún tipo.


El "empuje" de las tendencias religiosas debe quedar al margen, al igual que las doctrinas capitalistas, comunistas o de cualquier otro tipo. Esto es importante para nosotros.


Es cierto que los seres humanos dependemos unos de otros, somos criaturas sociales y eso es lo que estamos genéticamente determinados a ser. Sin embargo, esto no significa que algunas personas se vean OBLIGADAS a depender de otras por ser la contraparte más débil en una determinada relación. ¿No deberíamos esforzarnos para que todo el mundo pueda y se le permita contribuir con sus talentos y atender sus necesidades a nuestro tejido social global? Deberíamos tener claro que no podemos revertir, eliminar o dar un giro de 180 grados al estado actual con todos sus errores e injusticias, de la noche a la mañana, y no deberíamos hacerlo de golpe: porque entonces sólo quedarían atrás algunos clases sociales, provocando que se sientan tratados injustamente y convertidos en perdedores. Y ninguna persona decente debería sentirse perdedora. Perder trae tristeza, rabia, envidia y resentimiento. Veneno para una sociedad éticamente sana.


Pero es absolutamente necesario que empecemos a actuar rápido. Posiblemente conjuntamente en la misma dirección: hacia un mundo y un sistema de valores más equilibrados, más sanos, más habitables y éticamente valiosos. Un "Eticania" común es el objetivo. Pongámonos en marcha.

 
 
 

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